El Penal de San Miguel en Puebla cumplió 41 años de existencia. Aunque ya no hay sobrepoblación, sus muros resguardan historias de quienes cumplen condenas por diversos delitos.
Fundado el 15 de marzo de 1984, el CERESO de San Miguel fue por años símbolo de corrupción. Un mercado interno conocido como “El Pueblito” permitió la instalación de negocios ilegales operados por reclusos.
Tiendas, peluquerías, carnicerías y hasta “cabañas para la prostitución” formaban parte del sistema de privilegios. Todo terminó en 2022 tras el escándalo del bebé Tadeo, un caso que expuso la impunidad dentro del penal.
Actualmente, San Miguel alberga a 3 mil 397 internos. A pesar de su pasado turbio, el penal busca una nueva imagen. Se han implementado programas para la reinserción social y educativa de los reclusos.
Entre los internos hay extranjeros de Honduras, El Salvador e Israel, detenidos por fraude y robo. Además, 54 reclusos padecen trastornos mentales, en muchos casos provocados por el consumo de drogas.
Sin embargo, dentro del penal también existen historias de superación. Algunos internos elaboran artesanías, que venden a sus familiares o en exposiciones organizadas por el gobierno de Puebla.






La educación también juega un papel clave. Actualmente, 28 reclusos cursan la Licenciatura en Derecho y cinco estudian una Maestría en Derecho Penal. Otros siguen programas de educación básica y media superior.
El gobierno estatal apuesta por transformar la institución. Con la desaparición de “El Pueblito” y nuevos programas de rehabilitación, buscan garantizar la reinserción social de los internos.
