En Puebla la pregunta no es si los presidentes municipales quieren reelegirse, sino si merecen hacerlo. Y la respuesta, en muchos casos, es evidente: no.
Los ayuntamientos han quedado reducidos a oficinas administrativas incapaces de dar respuestas a los problemas de sus ciudadanos. Calles destrozadas, inseguridad creciente, obras públicas mínimas y gobiernos alejados de la gente son la constante.
Y aún así, varios alcaldes ya sueñan con tres años más en el poder, como si la reelección fuera un derecho automático y no un juicio ciudadano sobre su desempeño.
Morena y el desgaste del poder
El partido en el poder, Morena, enfrenta un dilema serio: cargar con la losa de presidentes municipales que más que aliados parecen ser un lastre. ¿Cómo convencer al electorado de reelegir a quienes no han hecho nada en tres años? El discurso del “cambio verdadero” se agota cuando lo único que cambia es el color de las lonas, pero no la realidad de las comunidades.
La guerra de las afiliaciones
A este escenario se suma la guerra interna por militantes. Morena, PAN, PRI, PVEM y PT están más preocupados en inflar padrones que en resolver problemas. El fichaje de simpatizantes se volvió la nueva moneda de cambio: importa más la cifra que el proyecto. Los partidos parecen mafias electorales disputándose clientelas, mientras los ciudadanos sienten cada vez menos representación.
PAN: lucha de proyectos o cuotas de poder
En Acción Nacional, la lucha por la presidencia del Comité Directivo Municipal exhibe dos visiones. Por un lado, Lupita Leal, con trabajo legislativo, presencia pública y esfuerzo real por reposicionar al panismo.
Del otro, Manuel Herrera, que no tiene más mérito que ser “el amigo de Mario Riestra”, producto de esas cuotas de cuates que han condenado al PAN poblano a la irrelevancia. Si los panistas insisten en premiar la cercanía de pasillo por encima del mérito, seguirán cavando su tumba electoral.
¿Qué le espera a Puebla?
La realidad es que la reelección, tal como se perfila, parece más un premio al fracaso que una oportunidad de continuidad. La gente observa con rabia cómo los partidos juegan a las sillas musicales, mientras en los municipios la obra pública no existe, la inseguridad avanza y la desconfianza en los gobiernos se multiplica.
Si los grandes partidos no entienden que la reelección debe ganarse con resultados y no con acuerdos de grupo, lo que viene en Puebla no será una elección, sino un castigo en las urnas.
Y aquí la gran pregunta… ¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?
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