Para el gobierno teocrático de Irán, la situación sigue empeorando.
Su estrategia de décadas de construir un “Eje de Resistencia” que apoye a grupos militantes y apoderados en toda la región se está desmoronando. Primero fue la aplastante campaña israelí en Gaza, desencadenada por el ataque del 7 de octubre de 2023 de Hamás, apoyado por Irán.
Esa guerra dio lugar a otra en Líbano, donde Israel ha destrozado al aliado más poderoso de Irán, Hezbollah, incluso cuando Israel ha lanzado ataques aéreos con éxito abiertamente dentro de Irán por primera vez.
Y ahora el fiel aliado y cliente de Irán en Siria, el presidente Bashar Assad, ha desaparecido. Al amanecer del domingo, las fuerzas rebeldes completaron una ofensiva relámpago tomando la antigua capital de Damasco y derribando símbolos de más de 50 años de gobierno de Assad sobre la encrucijada de Oriente Medio.
Alí Akbar Velayati, un asesor clave del líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, llamó una vez a Assad y Siria “el anillo de oro de la cadena de resistencia en la región”.
“Sin el gobierno sirio, esta cadena se romperá y la resistencia contra Israel y sus partidarios se debilitará”.
Esa ruptura de la cadena es literal. Siria era un importante eslabón geográfico que permitía a Irán trasladar armas y otros suministros a Hezbollah en Líbano. Su pérdida debilita ahora aún más a Hezbollah, cuyo poderoso arsenal en el sur del Líbano había puesto la influencia iraní directamente en la frontera de su némesis Israel.
“Los acontecimientos de Gaza, los de Líbano y, en definitiva, los de Siria han hecho añicos la idea de disuasión de Irán”, declaró Anwar Gargash, alto diplomático de Emiratos Árabes Unidos, en el Diálogo de Manama del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, celebrado en Bahréin.
Irán sigue teniendo la carta de su programa nuclear. Aunque niega esa intención, puede utilizar la posibilidad de construir una capacidad armamentística para proyectar una sombra de influencia en la región.
“Irán sigue siendo un actor regional crítico”, afirmó Gargash. “En mi opinión, deberíamos aprovechar este momento para conectar y hablar de lo que viene”.
Es un cambio drástico en el poder regional de Irán
Hace tan sólo unos años, la República Islámica se alzaba como potencia en Oriente Medio. Su “Eje de Resistencia” estaba en su apogeo.
Hezbollah se alzaba contra Israel en Líbano. Assad parecía haber capeado el clima de una Primavera Árabe convertida en guerra civil. Los insurgentes iraquíes mataron a tropas estadounidenses con bombas colocadas al borde de las carreteras y diseñadas por Irán. Los rebeldes hutíes de Yemen lucharon contra una coalición liderada por Arabia Saudí hasta llegar a un punto muerto.
Siria, en la encrucijada, desempeñó un papel vital.
Al principio de la guerra civil siria, cuando parecía que Assad podría ser derrocado, Irán y su aliado, Hezbollah, enviaron combatientes para apoyarle, en nombre de la defensa de los santuarios chiíes en Siria. Rusia se unió más tarde con una campaña de tierra quemada de ataques aéreos.
La campaña recuperó territorio, aunque Siria siguió dividida en zonas de control gubernamental e insurgente.
Pero la rapidez con la que Assad se derrumbó la semana pasada demostró hasta qué punto dependía del apoyo de Irán y Rusia, que en el momento crucial no llegó.
Rusia sigue empantanada años después de lanzar una invasión a gran escala de Ucrania en 2022. En el caso de Irán, las sanciones internacionales por el avance de su programa nuclear han hundido su economía.
INFORMACIÓN: PROCESO