Lupita Cuautle Torres sonríe, pero su gesto tiene firmeza. A un año de su gobierno en San Andrés Cholula, asegura que ha dejado huella.
Reconoce que el reto apenas comienza. “Cada logro genera nuevas exigencias”, sentencia frente a un grupo de periodistas y a las cámaras de Faro Digital.
Nunca imaginó gobernar. Su sueño era ser artista. Sin embargo, su vocación de servicio la llevó del escenario a la política.
Relató que su familia fue el pilar que la impulsó a involucrarse en los asuntos públicos. “Desde pequeña quise ayudar”, dice.
Llegar a la presidencia no fue sencillo. “El liderazgo casi siempre se reserva a los hombres”, admitió. Pero insistió en que su trabajo habla más fuerte que los prejuicios.
Ha sido señalada como “la esposa de”, en referencia a Edmundo Tlatehui, su antecesor. No lo niega. Lo usa como impulso. “Me critican, pero me fortalecen”, afirmó.
A un año de su administración, presume avances. Disminuyó la inseguridad, mejoró el equipamiento policial y ejecutó obras que los ciudadanos ya notan.
El cierre de la carretera federal Atlixco en mayo de este año, a la altura de San Andrés, fue su mayor reto. La crisis puso a prueba su liderazgo y su capacidad de diálogo.
“Muchos pensaron que mi gobierno caería”, recuerda. Pero aseguró que la negociación y la paciencia fueron sus mejores aliados.
Hoy se dice convencida de estar dejando una marca. “Mi huella ya está ahí”, sostiene. Aunque reconoce que lo que viene será más difícil.
Los sanandreseños, afirma, le pedirán más resultados. Y ella parece lista para enfrentarlo, con la mirada fija y el discurso ensayado de quien sabe que el poder también se aprende.
