Un año de liderazgo firme: respaldar a nuestra presidenta desde el territorio

Alberto Trevera

A un año de haber asumido la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum se ha consolidado como una líder popular, firme y cercana al pueblo. Ha sabido mantener el rumbo del país con cabeza fría, serenidad y visión de Estado, incluso en medio de escenarios complejos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

Hoy México tiene una presidenta con una aprobación sólida, que no gobierna desde el cálculo político, sino desde la convicción. Pero también enfrenta momentos de prueba: las presiones de Estados Unidos, los ataques mediáticos que buscan debilitar su liderazgo y, en ocasiones, la traición de personajes que, pese a haber sido parte de este movimiento, decidieron romper con los principios que lo sostienen.

Frente a eso, el mensaje es claro: a nuestra presidenta se le apoya con hechos, no con discursos. Porque este movimiento no depende de una sola persona, sino de millones de mexicanas y mexicanos que creemos en un país más justo, más libre y más digno.

Claudia Sheinbaum encabeza un proyecto que no solo transforma instituciones, sino conciencias. Su liderazgo combina la firmeza con la mesura, la ciencia con la sensibilidad y el poder con la ética. Y quienes la acompañamos desde el territorio —desde nuestros distritos, colonias y barrios— tenemos la responsabilidad de hacer lo propio: defender este proyecto con trabajo, con organización y con resultados.

Cada gestión, cada obra comunitaria, cada programa que llega a las familias, debe ser una extensión del proyecto nacional que ella lidera. Porque la Cuarta Transformación se construye desde abajo, con la gente, y solo se sostiene cuando quienes representamos al pueblo lo hacemos con la misma honestidad y compromiso que ella.

Sí, los tiempos no son sencillos. Hay presiones internacionales, hay intereses que buscan frenar los cambios, hay quienes prefieren ver a México dividido y de rodillas. Pero con una presidenta con la fortaleza de Claudia Sheinbaum y con un pueblo consciente y organizado, no hay retroceso posible.

Por eso, más que nunca, debemos cerrar filas. Respaldarla no es obedecer ciegamente, es continuar su ejemplo: trabajar con serenidad, sin protagonismos, con resultados reales. Desde el Congreso, desde los municipios, desde las comunidades, debemos seguir demostrando que este movimiento tiene raíces firmes y rostro humano.

Porque si algo nos enseñó este primer año de gobierno es que gobernar con cabeza fría y corazón firme da resultados. Y porque, así como ella está cumpliendo con México, nos toca a nosotros cumplir con nuestra parte: construir, servir y defender al pueblo desde donde estemos.

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