A Kassandra la conocí hace ocho años, he tenido la oportunidad de formar parte de su vida. Hoy en día ella vive un calvario tras interponer una denuncia por violencia de género y enfrentarse a todas las trabas que tiene el sistema de justicia para las mujeres.
Hace unas semanas Kassandra acudió a la Fiscalía General del Estado para denunciar a un hombre que ejerció violencia psicológica en contra de ella y que estuvo cerca de llegar a lo físico.
¿Cuál fue la primera sorpresa que tuvo? Qué en la primera evaluación del caso los agentes ministeriales prácticamente le hicieron ver que el tema “no era para tanto”, minimizando su miedo y la inseguridad en la que se sentía. Pero hay que recordar que muchos casos de feminicidio comienzan por eso, palabras, agresiones psicológicas, para después dar paso a otro tipo de agresiones hasta llegar a desenlaces fatales.
Kassandra refiere que el interponer la denuncia ha sido muy cansado y pesado, desde la revictimización al cuestionar los motivos por los cuales mantenía una relación con ese hombre, la cancelación de sus citas para su evaluación psicológica a falta de personal y la tardía programación de su cita para continuar con el proceso de denuncia.
Los peritos han cuestionado incluso sus vivencias, minimizando hechos como que el agresor vive a 10 minutos de su casa, al señalar que era una distancia larga para ellos, empujones que no causaron lesiones, palabras que no dejaron una huella en su piel pero si en su mente.
“Me he sentido muy frustrada, el proceso ha sido muy lento y aunque es diferente al de otras mujeres, la revictimización si me ha hecho pensar en desistir”, expresó.
En la actualidad, Kassandra y su agresor se siguen encontrando en lugares de trabajo y cada que eso pasa ella siente un temor de que algo malo pueda ocurrirle y las autoridades sean omisas al caso.
La historia de mi amiga es solo una de tantas mujeres que por revictimización, procesos lentos y la falta de una correcta atención al caso, no denuncian pese al riesgo latente en el que se encuentran.