Salud, dignidad y soberanía: señales claras desde Puebla y hacia el mundo

Digital Administrador

La reciente visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Puebla marcó un hito en la consolidación del sistema de salud pública que impulsa la Cuarta Transformación. En San Andrés Cholula, acompañada por el gobernador Alejandro Armenta, inauguró las nuevas torres médicas de cardiología y oncología pediátrica del Hospital de la Niñez Poblana, ahora bajo el modelo del IMSS-Bienestar.

Estas instalaciones no solo representan una inversión en infraestructura, sino una apuesta política y ética por devolverle a las niñas y niños de México —y particularmente de Puebla— el derecho a una atención médica de calidad, sin costo, sin privilegios y sin exclusiones. Con 52 consultorios, siete quirófanos y un cuerpo médico fortalecido con plazas regularizadas, este hospital se convierte en un símbolo tangible de lo que significa gobernar con visión social.

La presidenta ha sido clara: el modelo neoliberal abandonó la salud pública para entregarla al mercado. Hoy se recupera el sentido original de un Estado que cuida, que protege y que invierte en su gente. Y hacerlo desde Puebla, un estado profundamente vinculado con la historia, la migración y el trabajo, le da aún más fuerza al mensaje. Aquí se construye, no se destruye; aquí se abraza, no se expulsa.

Y hablando de expulsiones, no podemos ignorar lo que está ocurriendo del otro lado de la frontera. Mientras en México se inauguran hospitales para la infancia, en Estados Unidos se persigue a quienes, precisamente, huyen buscando una vida mejor para sus hijas e hijos.

Recientemente, redadas migratorias en California han terminado con la detención de 35 mexicanas y mexicanos. A esto se suma la propuesta de imponer un impuesto del 5% a las remesas enviadas por personas sin ciudadanía estadounidense, una medida que busca criminalizar la pobreza y castigar a quienes, desde el anonimato, sostienen buena parte de la economía norteamericana.

La respuesta del gobierno mexicano, encabezado por la Dra. Claudia Sheinbaum, ha sido contundente: no se tolerará la humillación sistemática de nuestros compatriotas. No se trata solo de diplomacia, sino de dignidad. Las y los migrantes no son criminales, son el rostro de la esperanza, de la resiliencia y del trabajo duro.

En este esfuerzo, el gobernador Alejandro Armenta ha dejado claro que comparte esa visión humanista. Reconoce el papel crucial de los migrantes poblanos en la construcción de Estados Unidos y en el sostenimiento económico de miles de familias en Puebla. Y también sabe que hay un trabajo conjunto que debemos hacer desde lo local: acompañar, respaldar y construir una política migratoria desde el territorio, con rostro humano y con sentido de justicia.

Desde el poder legislativo también es nuestra responsabilidad alzar la voz. No podemos permitir que se violen los derechos de quienes, por necesidad, cruzan la frontera. México debe ser un muro de contención frente al racismo institucional, y también un puente de regreso para quienes decidan volver. Con brazos abiertos, con programas reales, con una política exterior que no se arrodille.

Porque este país ya cambió. Ya no se entrega, ya no se calla. Y desde Puebla, ya sea con una torre médica o con una declaración de principios, lo decimos fuerte y claro: aquí estamos construyendo soberanía, justicia y un futuro en el que nadie —ni dentro ni fuera del territorio— será invisible.

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