Seguridad con inteligencia: estratega Harfuch

Digital Administrador

En México, durante años, hablar de seguridad era sinónimo de más patrullas, más soldados y más operativos mediáticos sin estrategia real. Pero hoy las cosas están cambiando. La recién anunciada Estrategia Nacional contra la Extorsión, presentada por Omar García Harfuch por instrucción de la presidenta Claudia Sheinbaum, es un viraje necesario hacia una seguridad pública basada en inteligencia, coordinación y dignidad para las víctimas.

La extorsión es un cáncer silencioso que lacera las entrañas del país. No solo roba dinero, roba paz. Le arrebata tranquilidad al campesino que produce, al comerciante que abre su cortina cada mañana, a la familia que sobrevive con esfuerzo. Y lo hace de la forma más cobarde: con miedo.

Por eso, no basta con capturar delincuentes al azar. Necesitamos saber quiénes son, cómo operan, de dónde vienen y hacia dónde van. Eso solo se consigue con inteligencia, no con improvisaciones. El nuevo Sistema Nacional de Investigación e Inteligencia en Materia de Seguridad Pública, aprobado hace unas semanas, se convierte así en la columna vertebral de esta estrategia nacional.

El planteamiento es serio y contundente: atacar la extorsión con cinco ejes claros que van desde el fortalecimiento de las investigaciones, la creación de Unidades Antiextorsión en las fiscalías locales, protocolos para proteger a las víctimas, el fortalecimiento del número 089 como línea nacional de denuncia anónima y una intensa campaña de prevención en medios y comercios.

Harfuch sabe que no basta con detener, hay que prevenir. Por eso se integran medidas que van desde el bloqueo de líneas telefónicas hasta el congelamiento de cuentas bancarias, pasando por operativos en penales –porque sabemos que muchas extorsiones provienen desde las propias cárceles. Y sobre todo, se reconoce que el éxito de esta estrategia está en la colaboración entre la federación y los estados.

En Puebla, el gobernador Alejandro Armenta ha mostrado una visión clara: combatir la impunidad desde la raíz y con dignidad para quienes han sufrido demasiado. Su disposición para sumarse a esta estrategia, fortaleciendo la coordinación con Guardia Nacional, el IMSS-Bienestar y otras instancias, confirma que hoy sí hay un proyecto común.

Lo más valioso de esta estrategia es que pone en el centro a las víctimas. No las expone, no las revictimiza, las protege. Y envía un mensaje muy claro: la denuncia es clave y el Estado, por fin, tiene cómo responder. El Observatorio de Seguridad Ciudadana –que en apenas cuatro meses ya ha canalizado decenas de reportes y ha salvado vidas– será parte esencial de esta nueva etapa.

Quienes aún piensan que la seguridad se resuelve con más armas y menos derechos, deberían mirar de cerca este nuevo enfoque. Porque sí, la seguridad también se construye con ciencia, con tecnología, con datos y con empatía.

La instrucción de la presidenta Sheinbaum es clara: que nadie más sea extorsionado en silencio, que nadie tenga que vivir con miedo por ganarse la vida dignamente. Y con Harfuch al frente, con una estrategia sólida y con gobernadores comprometidos como Armenta, este país empieza a tomar en serio lo que por décadas se ignoró.

La extorsión no solo se combate con fuerza, se combate con inteligencia. Y por fin, México tiene ambas cosas en el mismo lugar

Comparte este articulo
COMENTA